Tanto en Europa como en EEUU la proyección de población mayor de 65 años va en aumento, al mismo tiempo que el aumento de la población obesa o con sobrepeso.
Acumular años y obesidad no es un buena combinación, sin embargo pasados los 60 muchas personas piensan que “ya no vale la pena hacer nada por tratar la obesidad” y nada más lejos de la realidad.
Es cierto que a determinadas edades avanzadas sí que se deben tener en cuenta los riesgos pero también es cierto que a menos que existan contraindicaciones importantes, los mayores de 60 años y hasta los 70 pueden someterse a cirugía de la obesidad. La tendencia general hoy en día es la de no poner límites en las edades a la hora de determinar una cirugía de la obesidad ya que la decisión de operar o no responde más valoraciones exhaustivas y personalizadas de cada paciente que no a “reglas generales”.
En cualquier caso sí es cierto que a partir de los 60 mucha gente tira la toalla. Sin embargo, esos kilos que antes de los 60/65 eran “incómodos”, a partir de los 60 pueden condicionar y mucho la vida, hasta el punto de que ésta dependa de cómo y cuándo se ponga fin al problema.
Con una cirugía de la obesidad se mejoran las comorbilidades o enfermedades asociadas a la obesidad con la consecuente reducción de medicamentos a tomar y la consecuente reducción de “limitaciones diarias” a las que hacer frente. La mejora de la movilidad es una de las principales ventajas que aporta la cirugía de la obesidad en personas mayores y con sobrepeso.
En cuanto a los resultados existe la falsa creencia de que a partir de ciertas edades no se pierde peso ni con cirugía. Si bien es cierto que las personas mayores pierden algo menos de peso que otros pacientes más jóvenes, la diferencia no es significativa.
Por ello y como dice el refrán, “nunca es tarde si la dicha es buena”, y siempre y cuando la evaluación del paciente sea positiva, la cirugía de la obesidad es una excelente opción para alargar los años y la calidad de vida.