La obesidad debe definirse por la salud de una persona, no solo por su peso. Esta es una de las afirmaciones con la que cada vez más profesionales de la salud estamos de acuerdo.
Y es que la obesidad debe considerarse un problema de salud, es decir, una enfermedad y como tal debe ser tratada. Para ello es necesario dar un primer paso en el conjunto de la sociedad en relación a la visión que se tiene sobre la obesidad. La obesidad no es exclusivamente una cuestión de comer más o menos es mucho más complejo que eso.
Aunque en términos generales se sigue utilizando el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de la cintura como parámetros para medir la obesidad, cada vez son más las voces que reconocen ciertas limitaciones clínicas en esta forma de medir la obesidad y proponen medirla en función de cómo el peso afecta a la salud de una persona.
Y es que lo importante no es tanto llegar a un peso objetivo sino el perder peso.
Pequeñas reducciones de peso, de alrededor del 3-5%, pueden conducir a mejoras en la salud y el «mejor peso» de una persona obesa podría no ser su «peso ideal» según el IMC sino aquel que suponga una mejora generalizada en los principales indicadores de salud.
Para el Dr. Antonio Barranco – especialista en cirugía de la obesidad en Sevilla- “la obesidad es una enfermedad crónica compleja que necesita un tratamiento de por vida. Durante mucho tiempo, se ha asociado la obesidad como un comportamiento de estilo de vida sin embargo, las personas que viven con obesidad necesitan apoyo al igual que las personas que viven con cualquier otra enfermedad crónica. Por eso el tratamiento no puede ser tan simplista como “comer menos y moverse más” y en muchas ocasiones es necesario recurrir a cirugías como la del bypass gástrico o tubo gástrico para que el paciente pueda experimentar no solo la pérdida de peso sino la mejora en su estado de salud que al final debe ser el objetivo final de cualquier tratamiento de la obesidad”.
Y es que además de una más que demostrada mejora de la diabetes tipo 2, hipertensión y dislipidemia (colesterol y triglicéridos elevados), la cirugía de la obesidad también puede revertir la disfunción cardíaca subclínica (es decir la función cardíaca antes de que se manifieste la llamada enfermedad cardíaca subclínica).
Además la cirugía de la obesidad también se asocia con la disminución de la enfermedad de apnea del sueño, problemas de fertilidad, respiratorios, musculares y por supuesto con el estado psicológico / emocional en el la pérdida de peso supone una mejora de muchos problemas (autoestima, ansiedad, depresión etc…) asociados al sobrepeso.
La conclusión entonces, es consideremos la obesidad por aquello que trae consigo y no por los kilos de más que supone.