Durante años, a quienes luchan con su peso se les ha dicho que simplemente “coman menos y se muevan más”. Otros han probado dietas como el ayuno intermitente o la cetogénica sin obtener resultados duraderos. A pesar de sus esfuerzos, buena parte de la sociedad continua pensando que la obesidad se debe a falta de disciplina.
Sin embargo, la obesidad no es solo una cuestión de hábitos; es una enfermedad metabólica compleja en la que el cuerpo, a nivel biológico, puede estar luchando en contra de la persona. El estigma social asociado a la obesidad ignora los mecanismos genéticos, hormonales y fisiológicos que la provocan, perpetuando mitos dañinos y dificultando el acceso a tratamientos adecuados.
Más allá del mito de las calorías
La obesidad es uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial. Durante demasiado tiempo, y aún hoy en día, el enfoque se ha basado en culpar a las personas por sus supuestas malas decisiones, sin considerar las verdaderas causas de la enfermedad.
El cuerpo humano no procesa la grasa de la misma manera en todas las personas. La grasa subcutánea, especialmente la que se encuentra en el abdomen, puede volverse disfuncional y provocar un almacenamiento excesivo de grasa en órganos como el hígado y los músculos. Esto aumenta el riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Los investigadores han descubierto que el lugar donde se almacena la grasa juega un papel clave en la obesidad. Por ejemplo, la grasa en la parte baja del cuerpo (muslos y caderas) parece comportarse de manera diferente a la del abdomen. Además, factores como el sexo biológico, la genética y el entorno influyen en cómo se acumula y procesa la grasa.
Obesidad y salud metabólica: lo que revela la ciencia
El tejido adiposo está compuesto por células grasas (adipocitos) e inmunes, que desempeñan funciones clave en el metabolismo. Los adipocitos no son simplemente depósitos de grasa; regulan la energía, producen hormonas y se comunican con otros sistemas del cuerpo.
Cuando estas células funcionan mal, pueden causar inflamación crónica, resistencia a la insulina y alteraciones metabólicas, afectando la salud de la persona. Investigaciones también muestran que el desarrollo de obesidad en la infancia o en la adultez puede influir en cómo se comportan estas células y en el riesgo de enfermedades metabólicas.
El futuro: Medicina personalizada y un enfoque sin estigmas
El tratamiento de la obesidad debe partir de la base de que cada cuerpo responde de manera única a la obesidad.
Para abordar eficazmente la obesidad, es fundamental cambiar la narrativa: dejar de culpar a las personas y comenzar a comprender los mecanismos biológicos que la causan. El estigma asociado a la obesidad impide que las personas busquen ayuda médica, afecta su salud mental y perpetúa falsas creencias sobre la enfermedad.
La obesidad es una condición médica, no una falta de voluntad. El futuro del tratamiento debe basarse en investigación, intervenciones personalizadas y un enfoque libre de juicios. Solo así podremos ofrecer soluciones eficaces y mejorar la calidad de vida de millones de personas.