En estos días de celebraciones navideñas que se acercan, el dulce se convierte en protagonista.
Por ello para no llegar a Enero acumulando kilos de más, es importante no bajar la guardia durante estas fechas y controlar el consumo de dulces.
De todos es sabido que el consumo de alimentos con alto contenido de azúcar favorece el sobrepeso. Pero ¿y la sal? no es ningún secreto que el exceso de sal no es bueno para nuestra salud ya que puede aumentar la presión arterial y se asocia a mayores posibilidades de padecer un ataque al corazón, accidente cerebrovascular etc…sin embargo, recientemente se ha demostrado una nueva consecuencia de un alto consumo de sal: la obesidad.
Se recomienda un consumo de sal diario de menos de 2.300 mg, sin embargo se estima que el promedio está muy por encima de esta cifra y ese consumo de sal no siempre depende directamente de cuánto hagamos servir el salero. La mayoría de alimentos procesados llevan sal y cuando comemos fuera de casa tampoco podemos controlar el consumo de sodio. Ambos casos (comidas procesadas y comer fuera de casa) representan el 75% de nuestra ingesta total de sal.
Adicción a la sal:
Actualmente existe bastante información sobre la conveniencia para nuestra salud de mantener los niveles de sal controlados. Sin embargo no siempre es posible…. para muchos, la sal es una auténtica adicción. Diferentes estudios han demostrado que la sal tiene un papel clave a la hora de hacer más atractivos y apetecibles determinados alimentos y no hablamos necesariamente de alimentos salados. Así, a mayor cantidad de sal en los alimentos (dulces o salados), mejor eran calificados -en cuanto a sabor- por los participantes en el estudio y además los alimentos con alto en contenido en sal influían a la hora de aumentar el consumo de alimentos grasos favoreciendo así el sobrepeso y la obesidad.
Según los investigadores del estudio* la conclusión fue que el consumo de sal predispone al consumo de alimentos grasos. Poco a poco nuestro cuerpo se vuelve menos sensible a la grasa lo que lleva a que necesitemos comer cada vez más para sentirnos saciados. Ambos factores (consumo de alimentos grasos y mayores cantidades de alimentos) predisponen a la obesidad.
*Los estudios han sido llevados a cabo por investigadores de la Universidad de Deakin (Australia) y publicados en las revistas The Journal of Nutrition y Chemical Senses.