Después de una cirugía de la obesidad hay una sensación nueva a la que el paciente debe acostumbrarse: La de de sentirse «lleno» y saciado con cantidades /porciones de comida que antes no hubiesen cumplido con tal objetivo.
Es por tanto una sensación nueva a la que el paciente no solo se debe acostumbrar sino que debe aprender a detectar cuales son aquellos síntomas que le indican que ya ha comido lo suficiente.
Hay varias maneras sentir esta sensación de saciedad. Algunos pacientes nos explican que los primeros días sienten una ligera presión debajo de la caja torácica; hay quienes en un determinado momento del transcurso de la comida pierden el interés por el sabor, textura, etc.. de la comida; otros sienten una pequeña sensación de ardor de estómago o mayor tendencia a tener hipo.
La mayoría de indicadores o molestias de este tipo desaparecen a los pocos días cuando el paciente empieza a «hacerse con la nueva situación» y a detectar cuándo debe dejar de comer. Aprender a dejar de comer antes de sentirse totalmente lleno es un elemento clave en la reeducación del paciente operado de cirugía de la obesidad.
En algunos casos -aunque no es ni mucho menos algo habitual- en pacientes operados de manga gástrica puede darse una alteración del sentido del gusto de forma que después de la intervención se perciben cambios en el sabor de los alimentos y en el grado de tolerancia y en el hecho de que apetezcan más o menos determinados alimentos. Cuando esto sucede, algo que antes parecía «dulce y apetecible» puede, en ocasiones, resultar «demasiado dulce y empalagoso» después de una intervención así y lo mismo sucederá con alimentos excesivamente salados o con sabores muy fuertes. Este efecto secundario de la intervención, en caso de darse, no debe suponer un problema puesto que las variaciones que se dan en el sentido del gusto juegan a favor de la salud ya que lo que «deja de apetecer» es justamente todo aquello que no nos conviene a nivel nutricional.
En definitiva, después de una intervención de cirugía de obesidad, hay que «volver a aprender a comer» teniendo en cuenta unos hábitos alimenticios saludables que probablemente tienen poco o nada que ver con los que se tenían antes de la intervención.